Bueno... pues ese soy yo, o mejor dicho: esos dos soy yo. Quería hacer este tipo de autofotorretrato porque me gustaba la idea del contraste: el yo de 9 meses y la misma persona con 20 años. Las diferencias entre ambos son bastante evidentes: de pequeño era rechoncho y no tenía patillas y ahora... ya lo veis. En ningún momento quise salir con el rostro serio porque me considero una persona positiva pero reconozco que no soy nada fotogénico - una de las razones por las que estudio una carrera orientada detrás de las cámaras-. Cuando miré el resultado final no me disgustó, al contrario: vi que había conseguido reflejar un buen contraste en varios sentidos.
Así, el bebé sale risueño y el adulto serio; uno apenas tiene cabello y es más guapo y al otro le han estropeado los años. Y este fue el resultado.
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